Y no olvidemos que, aunque el cemento y el hormigón sean un lastre para el planeta, no hay nada comparado al efecto destructivo de la ganadería en el mundo: causa hambre, emite la mayor parte del CO2 y destruye bosques.
Repudiamos a la gente que nos vende al mejor postor y arrastra con su carisma a activistas de todo tipo para defender proyectos que llenarán el bolsillo de especuladores.
Viva el suelo libre de ganaderos y de construcción.
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